domingo, 10 de diciembre de 2017

El renacer

Debió ser el cúmulo de casualidades. Al fin y al cabo, la historia no es más que la sucesión sucesiva de sucesos sucedidos sucesivamente.
Debió ser que aquella mañana me despertó el golpe sobre mi pierna de un cuaderno lleno de tachones e intentos de poesia barata y autobiográfica.
Debió ser el atisbo del domingo más domingo del año, cuya utopía sería de manta y película y cuya realidad se vistió de procastinación disfrazada de estudio.
Debió ser aquella corrección. Volver a escribir sobre papel, el sonido del lápiz al deslizarse y lel perfeccionismo con la redondez de mi letra hasta el punto de que dificultosamente se distingan unas vocales de otras. Acabo de caer en que si será otro modo de protección; no lo descarto.
Todos estos sucesos prepararían la idea que más tarde volvió a pasearse por el amplio océano de mi inventiva. 
Volver a escribir.
Altanera y ansiosa, como sólo una misma puede ser con sus propias ideas, volver a escribir se antojaba sin forma. La época de escribir para una misma, la de no mostrarse al mundo por miedo a lo que el mundo piense quedó atrás. Concretamente hace dos años.
Con lo que sí, volvería a escribir. Pero para compartir. 
Por eso vuelvo. Y esta vez para quedarme.

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